Sacarse el miedo: animarse a viajar solo

Ya de por sí viajar genera una ansiedad extraña, que se esconde siempre entre el entusiasmo que implica irse. Muchas veces depende de la personalidad, pero generalmente la gente se preocupa por demasiadas cosas cuando sale de su zona de confort para emprender una aventura, sobre todo si implica salir del territorio nacional. Las inseguridades generalmente tienen que ver con temas culturales, leyes que quizás no conocemos, prejuicios sobre algunos lugares… Los temores pueden ser muchos cuando nos ponemos a analizarlo desde la perspectiva del desconocimiento. Y lo digo desde la experiencia. Por eso siempre pensamos que vamos a estar mejor viajando en grupo, aunque sea en pares, pero no siempre tiene que ser así.

Sabemos que el hecho de estar por nuestra cuenta nos da total libertad. Todos somos distintos, y no por nada siempre se recomienda que a la hora de hacer viajes, sobre todo si son largos, busquemos gente con la que tengamos cosas en común o con la que sepamos que podemos sobrevivir durante la convivencia. Todos los experimentos pueden salir bien algunas veces, pero no está bueno arriesgarse. Hoy en día sabemos lo que cuesta viajar, y lo ideal es, si vamos a invertir tiempo y plata en esto, que la pasemos lo mejor posible. Si nos gustan los espectáculos deportivos, o el teatro, o los museos o ir de compras, o quizás tenemos ganas de hacer turismo aventura… ir solo te da la libertad de hacer lo que quieras, cuándo quieras y cómo quieras. Mi experiencia en este ámbito es escasa, pero puedo decir que tiene cierto encanto ir a un lugar desconocido por nuestra cuenta. Hoy en día, con celulares, aplicaciones y traductores de bolsillo, es bastante fácil empezar a perderle el miedo a las barreras que generalmente nos separan de movernos solos y empezar a disfrutar un poco más de travesías de a uno.

Cuando me fui sola tuve inconvenientes, porque las cosas fallan en todos lados. Uno de mis trenes no salía y tenía que estar en otra ciudad esa misma noche; casi pierdo un vuelo porque el aeropuerto estaba saturado. ¿Qué hice? Primero que nada, no perdí la calma. Eso es importante. Tenemos que saber que todo tiene solución. No tengan vergüenza de acercarse a la gente y preguntar, tratar de hacerse entender como puedan si no hablan su idioma. Toda la experiencia se trata justamente de eso: de perder el miedo y animarse.

Algo importante también a la hora de viajar solos es, en mi opinión, informarse. Si vamos a lugares en los que nunca estuvimos, es fundamental saber qué documentos tenemos que tener, cuáles son sus leyes y costumbres y tenerlas en cuenta a la hora de viajar. Andar encima con un celular, algún mapa, guías locales, lo que sea que pueda ayudarnos; siempre es importante tener elementos que nos permitan movernos y buscar un camino. Preguntarle a la gente también. Por más que no sepamos el idioma, uno siempre se puede hacer entender. Si no es con nuestro inglés básico, no hay nada que no pueda solucionarse poniéndolo en Google Translate y mostrándoselo a algún policía o peatón. Saber en qué zonas no nos conviene meternos y evitarlas, hablar con gente que haya visitado el lugar también puede ser una buena idea a la hora de conocer la ciudad.

Muchas aplicaciones y páginas web hoy en día también fomentan a los viajeros solitarios. Las redes sociales nos permiten pedir consejos, recomendaciones, leer reviews sobre hoteles o atracciones o lugares para comer. Con internet, resulta demasiado sencillo saber a qué puntos turísticos tenemos que ir, qué plato tenemos que probar y en dónde nos conviene alojarnos de acuerdo al tipo de viaje que estemos planificando.

Ir a hostels también es una buena opción, ya que uno a veces conoce gente que nos puede acompañar durante el día, e incluso un poco más. A veces hay personas que viajan solas no porque quieran, sino porque no saben con quién, y no por eso tienen que ser unas vacaciones solitarias. Muchas personas también se ofrecen como hosts en sus casas, y a veces sólo es cuestión de buscar para encontrar al anfitrión ideal para nuestras vacaciones y tener alguien que nos guíe durante nuestra estadía. No importan las barreras de lenguaje, cultura o edad; nada debería limitarnos a viajar por nuestra cuenta. Es sólo cuestión de animarse, ver a dónde nos lleva el camino y experimentar cosas nuevas.

Después de todo, de eso se trata viajar: de nuevas experiencias. Y a veces, estando solos, nos animamos a más cosas de las que esperábamos y terminamos descubriendo muchas otras que definitivamente no estaban en nuestro itinerario.

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