Viajar, volver, viajar

Museo do Amanha
Museo do Amanha

Siento que es acertado escribir esto, después de un mes de viaje y sin haber escrito más que un día a día por Instagram de lo que íba viendo por el camino. Si bien pronto vendrán las crónicas, las recomendaciones y fotos de todos los lugares por los que estuve dando vueltas este pasado mes, quería dar señales de vida mientras me adapto nuevamente a la calurosa vida de Buenos Aires.

Otro viaje se terminó y me quedaron muchísimas cosas para contar, para recomendar y para aconsejar después de este rally por el viejo continente que veníamos planificando con mi novio y un amigo hacía meses y que nos tenía llenos de ansiedad. Hace tiempo comenté que estaba antojada de estos pequeños posts de blog que no tienen información en particular, sino anécdotas, pensamientos, cosas…

Pasaron semanas maravillosas y sólo puedo decirles que viajen tanto como puedan. Que no les de miedo, que no les agarre duda, que no tengan incertidumbre por ir a un país distinto, a una cultura desconocida, a un lugar donde no hablan el idioma. Cuando más raro el destino, más nos sorprendemos con cuán distintos y qué parecidos que somos. La barrera lingüística queda eliminada por la voluntad de conocer, por esa capacidad innata que tenemos los seres humanos de hacernos entender, de comunicarnos, de buscar un contacto con una cultura que no nos es familiar.

Salir de lo cotidiano hace tan bien. Conocer otros lugares abre tanto la cabeza. Entender, escuchar, recorrer, recordar. Hay tantas cosas lindas que no nos enseñan sobre viajar, tanto que nos perdemos si no estamos ahí, si no lo vivimos nosotros. Que no nos fijemos tanto en la plata, que no nos llevamos más que los recuerdos y las cosas lindas que vivimos y vemos con nuestros propios ojos. Que las cosas materiales pasan, pero ¿quién te quita lo bailado?

Viajen. Vayan a lugares que nunca pensaron que iban a ir. Ahorren y saquen pasajes. Anímense a ir más allá de la costumbre. Intenten usar ese inglés rústico que hace años que no practican. Pidan una cerveza en un bar donde no entiendan muy bien la carta. Prueben un plato típico. Aprendan alguna palabra en un idioma nuevo. Saquen un ticket de tren que no esperaban comprar. Piérdanse por calles que no saben dónde terminan.

Viajen. Es una de las experiencias más lindas del mundo.

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