Fin de semana naranja: Ámsterdam en tres días.

Canales de Ámsterdam - PH: Daniela Coccorullo
Canales de Ámsterdam - PH: Daniela Coccorullo

La mayoría de las personas que van a Europa, sobre todo si son jóvenes, ni siquiera imaginan dejar Ámsterdam fuera de su itinerario de viaje. Nos habían dicho que es una ciudad para visitar en poco tiempo y, la realidad es que en todos los lugares, el tiempo jamás sobra y siempre queda algo por hacer. Ya saben, de hecho, que dicen que siempre hay que dejar algo pendiente para volver algún día. Sin embargo, tres días y dos noches fueron un buen número para realizar un pequeño recorrido por esta hermosa ciudad holandesa.

La ciudad mezcla el atractivo de las viejas capitales europeas con franquicias que parecen metidas a la fuerza entre los canales de la ciudad. Desde el aeropuerto de Schiphol sale el tren que nos deja directamente en la estación Central, en el corazón de la ciudad. Llegamos a mediados de enero y enseguida el frío pudo más que nosotras, así que terminamos realizando un recorrido por la ciudad en un barco cerrado. Después de todo, es lo primero que salta a la vista cuando uno sale de la estación. Es como una postal.

Nuestro alojamiento fue el Bulldog Hotel, uno de los hostels más reconocidos de la zona. Sin ser caro (unos 25 euros por persona la noche) y bien ubicado, tiene la esencia de Europa y particularmente de Ámsterdam. Habitaciones compartidas con gente copada de todo el mundo y un bar donde los huéspedes toman y fuman –marihuana; fumar tabaco adentro, por loco que parezca, no está permitido–, con un movimiento nocturno permanente. En el corazón de la zona roja, basta salir para ver los locales y la gente, la mezcla entre familias que pasean tranquilas y adolescentes que, de un momento para el otro, pasan corriendo desnudos con 2 grados bajo cero de temperatura.

Las atracciones son variadas, para todos los gustos. Desde los museos hasta la fábrica de Heineken (una muy linda experiencia por 16 euros, con tres pintas incluidas), pistas de patinaje sobre hielo en invierno y campos de tulipanes en verano. En cuanto a la comida, la ciudad está plagada de locales de comida rápida muy económicos y de restaurantes argentinos que promocionan carnes y platos locales. Nunca falta el que te habla en español porque che, sos argentino. Vale la pena subirse a un tranvía y ver qué hacer, aunque hay que tener cuidado: resulta demasiado fácil perderse. Sin embargo, en estas ciudades, perderse a veces no es algo del todo malo. Todo es pintoresco.

Si llegan a despertarse temprano al otro día, después de disfrutar de la noche holandesa, hay algo imperdible en esta ciudad: la casa de Anne Frank. El paseo es emocionante. Hay que llegar tempano, porque la fila de personas es larga y el espacio para recorrer, reducido; pero vale la pena el madrugón y los 9 euros que sale la entrada. Hayan leído el libro o no, todos conocemos la historia y la experiencia completa da piel de gallina.

En mi opinión, Ámsterdam es una ciudad hermosa, que no requiere demasiado tiempo para demorarse y recorrer, a todos nos genera más curiosidad que otra cosa. Tres días están bien y pueden cubrirse las atracciones más importantes; pero como dije, el tiempo nunca sobra. Es otra de las tantas ciudades hermosas que tiene para ofrecer Europa y las opciones son miles.

Ah, y un consejo: cuidado con las bicicletas. Y los tranvías. Y las bicicletas.

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