Iguazú: Argentina monta el show, Brasil tiene platea

Cataratas del Iguazú desde Brasil - PH: Daniela Coccorullo
Cataratas del Iguazú desde Brasil - PH: Daniela Coccorullo

Hacía años que quería visitar Iguazú. No soy fanática de los climas cálidos y húmedos, por lo que había dejado pasar la oportunidad, convencida de que, si algún día iba, sería en invierno, cuando el calor fuese más… soportable. La realidad es que es difícil como amante del frío, encontrar un clima idóneo en Misiones, por lo que me decidí a ir en Abril aunque la época no fuese la mejor. Y efectivamente, llegamos y el calor no era agradable, pero no tan inaguantable como creía. Por lo menos, no en un principio.

Nuestro destino fue Puerto Iguazú, y hay que ser sinceros: la ciudad no ofrece más que las atracciones turísticas por las que todos viajan. Lejos de ser un lugar que haya explotado el tener tan cerca una de las maravillas de nuestro país, Puerto Iguazú no es más que un pueblo, con costumbres que respetan dicha categorización, con muchos hoteles en zonas que no parecen turísticas en absoluto y un centro reducido que se limita a dos avenidas, Córdoba y Brasil, interesantes a la hora de comer o comprar artesanías. Notable fue la diferencia cuando pasamos por Foz Iguazú, una ciudad totalmente diferente y donde la vibra de pueblo desaparece por completo.

Sin embargo, nadie va a Puerto Iguazú para quedarse en la ciudad. Tres o cuatro días son un tiempo limitado pero suficiente para conocer lo que se necesita conocer. Nuestro itinerario fue ajustado y terminamos bastante cansados, pero el rally es totalmente justificable para no perderse una de las cosas más lindas que tiene la Argentina: las cataratas del Iguazú. Arrancamos por el lado brasileño, aunque todos nos habían dicho que el lado local era mucho más lindo. Hay algo que es cierto: el show está en Argentina, pero Brasil es quien sacó platea preferencial para disfrutar del espectáculo desde un ángulo tranquilo, con fotografías que permiten capturar la esencia de lo que se ve luego en el Parque Nacional de Iguazú y con un recorrido que requiere mucho menos esfuerzo físico (Brasil tiene 20% de los parques, mientras que Argentina tiene el 80% restante). Hay algo bastante encantador en cruzar la frontera y estar tan cerca de tierras nacionales, pero en un lugar que parece completamente diferente: si hay algo que saben hacer bien los brasileros es generar ciudades con atractivos turísticos.

Aunque muchas personas me habían dicho que los hoteles en Iguazú, por lo general, no son muy atractivos, tuvimos la suerte de caer en uno que lo era. Todos, incluso los de menor categoría, tienen pileta: el tema del calor es una constante en la ciudad y no hay nada más lindo que llegar muerto de una excursión y sumergirse un ratito en la pileta a hacer absolutamente nada. Nuestra elección, Awkati Suites, con habitaciones cómodas y desayuno incluído. Sumó muchos puntos tener bar en el hotel y la posibilidad de cenar ahí. La realidad es que la vida nocturna en Puerto Iguazú es poca. La comida no es nada del otro mundo, pero se come bien por precios que nos son exorbitantes. Del lado brasilero, las churrasquerías ofrecen variedad y del lado argentino es recomendable la pesca como el pacú. Realmente no es una zona para hacer un tour gastronómico y el cansancio por todo el trajín del día a veces invita a cenar lo más cerca posible.

En el Parque Nacional es cuando el tema del calor es más complicado. El consejo es tener agua en la mochila todo el tiempo y estar atento a las duchas y canillas de agua potable distribuidas por el lugar. Gorra, protector solar, ropa fresca… ya saben. Recomendable el tour con el gomón por debajo de las cataratas. Realmente la experiencia de estar ahí abajo, sintiéndote insignificante frente a la famosa Garganta del Diablo, es una sensación única. Los arcoiris te siguen de cerca y quedás ahí, al lado de esas caídas magníficas… Si tienen lugar en la mochila, llevar una toalla o ropa para cambiarse no es una mala idea; salís empapado.

Las minas de Wanda, el parque de las Aves y las ruinas de San Ignacio son lugares que lamentablemente no tuvimos tiempo de visitar, pero del parque escuché muy buenas críticas de gente que hizo las otras excursiones con nosotros. Además, otra atracción que invita a los turistas es el Duty Free Shop que se encuentra en la frontera entre Brasil y Argentina. Hay ofertas, sí, pero nada del otro mundo: ropa, zapatillas, perfumes y maquillajes son las cosas que conviene comprar. Lo que es tecnología y comestibles nos resultó caro, pero el lugar está bastante lindo para recorrer (y, de paso, descansar un poco del calor de la ciudad).

Me tomó tiempo decidirme a visitar una de las maravillas del país, pero vuelvo feliz de haber ido y recomiendo este paseo a cualquiera que tenga la posibilidad de escaparse unos días por un precio que, dentro de todo, creo que es razonable. Tenemos cerca uno de los paisajes naturales más hermosos del mundo. Creo que el esfuerzo por ir a verlo con tus propios ojos vale la pena. Las fotos no le hacen justicia, de verdad.

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