Angra dos reis e Ilha Grande: el paraíso en Río

Angra dos Reis - PH: Daniela Coccorullo
Angra dos Reis - PH: Daniela Coccorullo

Había visto fotos de Angra dos Reis e Ilha Grande. Un montón. Una más linda que la otra. Me parecía hermoso. Qué suerte que, por lo general, nada le hace justicia a ver las cosas con nuestros propios ojos.

Salimos super temprano y decidimos hacer el paseo en excursión, ya que no teníamos mucho tiempo más en Río y los costos de hacer el viaje por nuestra cuenta no diferían mucho de contratarlo. Por la forma de manejar de los brasileños y el tránsito carioca, tampoco pensamos que valiera la pena contratar un auto para llegar hasta el puerto (además que los costos tampoco eran menores que el de hacer un tour). Hay que madrugar mucho pero, además de la excursión, nos llevamos una hermosa postal del amanecer sobre las playas de Barra de Tijuca. El pick-up de la excursión se realiza por esta zona y también por Copacabana, Ipanema y Leblón.

Si tienen el tiempo y las ganas de hacer el viaje por su cuenta, hay transfers que los llevan por una tarifa aproximada de 50 reales por persona (por tramo); también hay buses que salen desde la Terminal Rodoviaria Novo Rio, que están unos 31 reales (también por tramo). A esto, luego, hay que sumarle el precio del traslado a las islas, que son únicamente accesibles por barco. La empresa Barcas S.A. ofrece servicio regular de traslados desde Cais da Lapa hasta Vila do Abraão. El viaje dura 90 minutos y cuesta 6,50 reales en los días de semana y 14 los sábados y domingos. También hay servicios más costosos y de mayor lujo, que realizan el traslado en solo 45 minutos, por un billete de 20 reales. A nosotros la excursión nos salió aproximadamente 200 reales por persona que, sumando todos los gastos que implicaba hacerlo por nuestra cuenta, nos parecía un buen valor. Quizás si tienen más tiempo para disfrutar de las playas, es más recomendable que lo hagan sin tour, ya que los tiempos siempre son más acotados. Nosotros fuimos en temporada baja y con poco tiempo, así que esta parecía la mejor opción.

Una vez en la ruta y después de alguna siesta involuntaria, llegamos a un parador para comer algo, usar los baños y seguir con el camino. Es una distancia de aproximadamente 3 horas, pero que vale la pena hacer para conocer semejante lugar.

Angra dos Reis es un pueblito mínimo, sin mucho para hacer pero con algunos lugares para alojarse. Pueden elegir quedarse acá si lo que buscan es paz absoluta, aunque no hay mucho para conocer y es más recomendable ir en el día desde la ciudad. Incluso si quieren quedarse por esta zona, quizás es más recomendable hacerlo directamente en Ilha Grande, donde hay bastante oferta hotelera.

Salimos a la playa y pronto embarcamos, rodeados de gente de todas las nacionalidades. Sin esperar a que la barra empezara a funcionar, muchos subieron con sus packs de cerveza bajo el brazo y la fiesta arrancó incluso antes de que el barco dejara la costa. Con música local y el barco andando a paso firme por las hermosas aguas de Angra, partimos hacia nuestro primer destino: Ilha Grande. El ambiente dentro del barco es auténticamente local: música, baile, cerveza, alegría y un paisaje paradisíaco, algo que se ve por demás en tierras cariocas.

Cuando llegamos a destino, el barco ancló y nos ofrecieron máscaras para poder ver los peces bajo el agua. Llegamos a la famosa Lagoa Azul, con tiempo para nadar y apreciar ese paisaje sobre y bajo el agua. El agua es bastante fría, algo que yendo en invierno se sintió, pero después del viaje, el sol y la cerveza, un chapuzón viene bastante bien. Luego, el recorrido sigue hasta Freguesia de Santana, donde también hay tiempo para disfrutar del mar y, en este caso, de la playa. El viaje sigue, en barco, hasta la Praia de Japariz, donde se realiza la última parada para un almuerzo tardío en una especie de buffet autoservicio, algo muy típico en Brasil.

Luego, cuando en invierno ya empieza a caer un poco el sol, emprendimos el regreso, aún con música, alcohol y esa alegría que contagian los brasileros en cualquier ciudad, en cualquier rincón. Obviamente, entre el cansancio del sol y el recorrido, el viaje de vuelta se hizo corto, entre siestas y paradas para comprar alguna cosa para comer.

Si bien creo que es un lugar en el que tranquilamente uno podría quedarse días descansando, disfrutando de las playas y el paisaje sin hacer más nada, fue una linda experiencia para hacer en el día. Un lugar al que definitivamente espero volver algún día, ya que parece de esos en los que siempre se pueden encontrar rincones nuevos, todavía más lindos que los que ya conocíamos (aunque parezca imposible).

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