Primer contacto con Suiza: Lugano

Lago Lugano - PH: Daniela Coccorullo
Lago Lugano - PH: Daniela Coccorullo

Siempre digo que, por lo general, los lugares a los que vamos con menos expectativas son los que suelen sorprendernos para bien. En el caso de Lugano, fue un destino que se sumó en la planificación del viaje casi por cuestiones geográficas, en nuestro camino desde Como hasta Zurich.

Llegamos a Lugano con un día de sol espectacular. Aunque era invierno y hacía frío, el día se prestaba para caminar. Habíamos dejado todas nuestras cosas en Milán así que, cargando solo una mochila, salimos de la estación. Las vistas que ofrece Lugano ya al llegar a su estación de trenes son una belleza. Es de esos lugares que creemos que existen sólo en mundos utópicos donde todo es limpio, prolijo, ordenado, tranquilo. No me alcanzan los calificativos positivos para hablar de este lugar de Suiza, que tiene muchas de las características que, más tarde descubriríamos, predominan en todo el país.

Aunque no lo crean, este pequeño y pintoresco lugar es el tercer centro financiero más importante de Suiza; y aún así uno de los lugares con aires mediterráneos más agradables para vacacionar en el país, con sus barcos, sus parques, sus flores y calma.

Nos quedamos en un Ibis Budget que, sin pena ni gloria, supo alojarnos la noche que pasamos en Lugano. Lejos del centro, pero de fácil acceso, llegamos después de una caminata de 20 minutos por una zona super tranquila y poco transitada. Si hay algo por lo que no nos preocupamos nunca en Suiza fue por la seguridad. Es, más allá de lo sabido, un país muy tranquilo, con gente muy amable. La gente habla italiano en esta zona de Suiza, por lo que la comunicación se vuelve mucho más sencilla que en otras partes del país, por lo menos para los que no manejamos el alemán a la perfección.

Llegamos a un hotel pequeño, pero bien ubicado y con lo justo y necesario para nuestra estadía. Suiza es un país carísimo, por lo que esta fue una de las opciones más económicas que encontramos. Hay un supermercado y una panadería cerca, un dato a tener en cuenta ya que el hotel no incluía desayuno.

Después de un intento fallido de ir al funicular Monte San Salvatore (en invierno se encontraba cerrado), decidimos emprender nuestro camino hacia el centro, bordeando el Lago Lugano. Allí también hay otro teleférico, que lleva al Monte Bré. Los paisajes que se ven, la tranquilidad entremezclada con la escarcha y el día precioso de sol, la gente, los rincones… De verdad, es otro de los tantos lugares de cuento que tiene Europa.

El camino por el Lago desemboca en el centro de la ciudad, todo pintoresco e impecable. Hay una oficina de turismo donde nos explicaron sobre el transporte público y cómo funciona, ya que la caminata había sido bastante larga y después necesitábamos volver al hotel.

La Chiesa di San Carlo, el Palazzo Riva, la Palazzina Alhambra… Todos los edificios y atracciones se concentran en pocas cuadras, en un centro que realmente parece sacado de otra época. Hay también muchos restaurantes por esta zona (incluso uno argentino), pero deben saber que sentarse a comer implica un presupuesto en este lugar. Nosotros optamos por comida rápida. De cualquier modo, si caminan un poco, van a encontrar algunos locales de este estilo que venden hamburguesas o comida rápida local, y que tienen precios un poco más accesibles que los restaurantes. También hay algunos supermercados que venden platos preparados, una opción útil si están parando cerca o en un departamento.

Es un destino muy tranquilo, sobre todo en la época que fuimos nosotros, que parecía haber más gente local que otra cosa. Sin embargo, tiene una belleza muy especial. Sentarse en uno de los banquitos que miran al lago y disfrutar de un paisaje tan natural es uno de los placeres que, quienes vivimos en la ciudad, no podemos darnos todos los días.

Por la noche también es muy tranquilo y el frío se hace sentir después de los días de sol de invierno. Sin embargo, ver caer la tarde también aloja una belleza única. Es un lugar tan fotografiable… Todo parece tener una cara única. Todo parece tan extraño, tan distinto a lo que conocemos, que el cambio de atmósfera es totalmente refrescante.

Algunos precios de la ciudad: nuestro hotel lo pagamos unos 1.200 pesos argentinos; caro para lo que ofrecían, pero barato para lo que es Suiza. El transporte público sale alrededor de 2,70 euros por viaje, aunque la ciudad es bastante cómoda para caminar. Con respecto a la comida y los supermercados, tienen que tener en cuenta que hasta una compra básica o  hasta un menú de McDonald’s tienen un valor más elevado que en otras zonas de Europa (hay que hablar de unos 12 euros, aunque se consiguen también algunos menús del día en restaurantes por algo de 19 euros). Tienen que ir con la idea que Suiza es un país de por sí caro, en comparación con otros destinos populares de Europa como lo son Francia, Italia, España e incluso Inglaterra.

Esta increíble ciudad fue otro destino que no estaba en nuestros planes y que terminó haciéndonos repetir, cada vez que estamos cansados de Buenos Aires, “¿y si nos vamos unos días a Lugano?”

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