Un día en la ciudad de Pisa

Torre de Pisa - PH: Daniela Coccorullo
Torre de Pisa - PH: Daniela Coccorullo

Estábamos en Santa Maria Novella a eso de las diez de la mañana. Tickets de tren para Pisa, una ciudad que mucha gente nos había dicho que no tenía demasiado para ver. Sin embargo, allá estábamos, y teníamos un tren que en media hora nos dejaba en la ciudad, así que ¿por qué no?

El tren que sale de la estación nos costó alrededor de 18 euros (ida y vuelta). Nosotros sacamos boletos por las máquinas que se encuentran en la estación, ya que hasta último momento no estábamos seguros de ir. OJO, si compran los tickets por internet, no tienen que hacer nada; pero si los compran en la estación, no se tienen que olvidar de validarlos. Cuando salen al anden, hay unas máquinas de Trenitalia donde tienen que poner el pasaje y les imprime la fecha y hora. Cuidado, porque a nosotros nos hizo un ruido pero no imprimió nada, y por eso casi terminamos con una multa… Es muy importante que los tickets estén validados cuando se suban al tren. Si tienen dudas, siempre pueden preguntarle al personal que anda dando vuelta por los andenes.

Pisa es realmente una ciudad sencilla. Ya nos habían advertido que no había demasiado para hacer, pero quisimos ir a comprobarlo por nuestra cuenta. Como en todas las ciudades italianas, hay algo de encanto, algo de esos edificios antiguos, esas calles en desnivel, esos rincones con algún lugareño envuelto por el entorno tranquilo… A mí los pueblos de Italia me fascinan, cada uno a su manera.

Llegar a la Torre, después de cruzar el Ponte di Mezzo, es fácil. Por Borgo Stretto, que está lleno de restaurantes y locales comerciales, llegan a Fedelini, que girando hacia la izquierda se vuelve Via Cardinale Pietro Maffi. Una vez que doblan ya es visible la Torre, con su Piazza y su Duomo.

De verdad, más allá de lo icónico que tiene la Torre de Pisa, está esa belleza que tienen todas las construcciones italianas. La Piazza, que parece más chica que en las fotografías, está vallada (no está permitido pisar el césped), pero eso no impide que los turistas intenten sacar alguna foto utilizando la torre para hacerla caber en la palma de la mano, entre los dedos, sosteniéndola, empujándola, y otras miles de poses que se van a cansar de ver. Lo bueno de haber ido en invierno es que hay relativamente poca gente. Para subir, para sacarse fotos, no es una locura la espera y el ambiente estaba bastante tranquilo. La entrada para subir sale 18 euros, y se puede sacar con anticipación (con un costo de servicio de 2 euros adicionales).

Obviamente, no nos perdimos de sacarnos alguna foto turista. Hacer alguna pose ridícula con la torre es obligatorio si pasamos por Pisa. (En lugar de dejar nuestra foto, que no salió del todo bien honestamente, dejo a todos aquellos que vimos posando y que pudimos agarrar infraganti sacándose orgullosamente la foto típica. Miren a esa señora a la derecha sosteniendo la torre. Déjenla ser feliz.) 

Después, pasando la torre, hicimos un stop en un pequeño mercado que vendía algo de comida y souvenirs. Después de comprar algún imán de recuerdo, seguimos caminando. En este trayecto por una zona menos turística nos agarró la lluvia, casi cuando estábamos por alcanzar la estación Rossore (nosotros llegamos a Centrale). Siguiendo el recorrido de las vías llegamos hasta el Ponte della Cittadella, mojados, con hambre y bastante cansados. Fue entonces cuando decidimos almorzar una pizza en la estación (no pun intended), y sacar pasajes para volvernos antes de lo esperado.

La realidad es que fue un paneo de mediodía y, si bien el clima no nos acompañó al final de nuestro recorrido, pudimos conocer un poco la ciudad. Si bien mucha gente me había dicho antes del viaje que no había mucho para hacer (y doy fe), es un recorrido interesante para conocer uno de los monumentos más icónicos de Italia.

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