Desde Zurich hasta las Nieves Eternas: Monte Titlis

Cima del Monte Tiltis - PH: Daniela Coccorullo
Cima del Monte Tiltis - PH: Daniela Coccorullo

Yo no me quería ir de Suiza sin conocer los Alpes de cerca. Era una decisión que había tomado incluso antes de llegar a Europa. Había tenido ya un pequeño acercamiento cuando había visitado Innsbruck, en Austria, y el solo recuerdo me obligó a planificar, dentro de mi itinerario, una excursión a alguno de los picos más icónicos que se encuentran del lado suizo.

Después de comparar excursiones, nos decidimos por el Monte Titlis, con un breve paso por la ciudad de Lucerna. La compramos con anticipación por Despegar y, dados los precios que maneja Suiza, no nos resultó extraño que el precio estuviera por arriba de la media. Pagamos algo de 120 dólares por persona, pero el paseo realmente parecía valer la pena y nos resultaba muy difícil pensar que era algo que podíamos hacer por nuestra cuenta.

Después de un desayuno rápido, en un Starbucks cerca de la estación de buses Sihlquai (al lado de la estación central), fuimos hasta el parking a buscar nuestro tour. El bus estaba esperándonos y, muy en contra de la voluntad de la guía, se retrasó un poco porque debimos esperar a un pasajero que tenía que ir al baño… Puede pasar.

Las excursiones se encuentran mezcladas, por lo que nos dieron un sticker para identificarnos. Algunos van a Pilatus, por lo que primero se los deja a ellos antes de seguir con el recorrido. En otro momento, quizás nos hubiese molestado perder tiempo. Pero los paisajes por los que pasamos, incluso llegar hasta el borde del monte y seguir por un camino lleno de nieve y montañas no nos pareció exactamente una pérdida de tiempo. El camino es bellísimo. No me canso nunca de decir que Suiza es un país hermoso desde donde se lo mire.

Llegamos a Lucerna a media mañana. Hicimos primero una parada en el famoso monumento del León, al que Mark Twain catalogó como más melancólico y conmovedor del mundo. Es bellísimo. Pero, después de todo, toda Lucerna lo es. Tuvimos sólo una hora libre para conocer el centro de la ciudad, pero basta para saber que sigue siendo otro de los increíbles destinos de Suiza. Ver el Kapellbrücke, el icónico puente de la ciudad, parece un sueño; algo salido de algún cuento. Las callecitas, los locales, la gente… Es todo tan pintoresco que enamora. Es una ciudad que ya marqué para volver en un futuro. Suiza es, en realidad, un lugar al que quisiera volver.

Después de una breve parada para el café (cielo gris y temperaturas bajo cero lo ameritaban), volvimos al micro y seguimos nuestro camino. Después de una ruta serpenteante de caminos entre árboles y nieve, y en subida, llegamos hasta la base del Monte Titlis. Siendo pleno invierno, los adeptos a deportes de nieve se encontraban desparramados por la base, que tenía una especie de iglú inflable auspiciado por la cerveza Corona, una tienda de regalos y algunos lugares para comer algo. Es una escena muy pintoresca siempre ver la montaña desde su base, desde ese lugar en donde se mezcla la naturaleza con la civilización, sea en el país que sea.

El teleférico, decorado con banderas de todos los países del mundo, nos llevó en grupos de cuatro o cinco hasta nuestra primera parada: el ROTAIR, el primer teleférico giratorio del mundo, para terminar nuestro ascenso. Esta increíble estructura, a más de 3.000 metros de altitud, realiza un recorrido de 5 minutos, girando 360 grados para ofrecer unas vistas increíbles de los Alpes, si llegan a hacerse de algún lugarcito cerca de las ventanas. Es una pequeña maravilla.

Llegados a la cima, la primera visita es para el puente colgante a 3041 metros de altura y 500 metros de precipicio. La caminata, de unos 100 metros, es sobre un puente en movimiento, pero no se siente tanto vértigo como creímos. Las vistas son espectaculares. Tuvimos suerte que nos tocó un día increíblemente despejado en la cima, ya que el puente puede encontrarse cerrado por condiciones climáticas. Es uno de esos rincones del mundo que me van a quedar en la memoria de por vida.

Durante el paseo, tienen la opción de realizar actividades invernales. Aunque hay alquiler de equipamiento, nosotros nos fuimos muy preparados y decidimos aprovechar el tiempo para comer más tranquilos en el restaurante del lugar. Con precios correctos para ser Suiza, comimos unas pastas y una salchicha alemana con acompañamiento, en una mesa junto a la ventana y con vistas de los Alpes que eran para quedarse horas solamente contemplando el paisaje. Si no quieren comer y prefieren llevar su propia comida, hay una zona de mesas para sentarse tranquilos (¡Incluso había gente tomando mate!).

Desde la zona de comidas, es fácil acceder a la Cueva Glaciar, un increíble túnel en el corazón del Glaciar Titlis. Con luces azules y temperatura bajo cero, es posible caminar por este pasadizo que se adentra en el corazón de las famosas nieves eternas, otro rincón único dentro de esta excursión.

Además de las tiendas de comida, hay lugares para comprar souvenirs tanto en la cima como en el regreso a la base, desde donde sale el micro de vuelta a casa cuando ya empieza a caer la noche del invierno europeo.

Una excursión única, sin dudas, con paisajes increíbles que nos llevaron desde la bella ciudad de Zurich hasta un paraíso nevado en el medio de los Alpes Suizos.

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