Kew Gardens: jardín botánico de Londres

Kew Gardens - PH: Daniela Coccorullo
Kew Gardens - PH: Daniela Coccorullo

Si hay algo que amo de viajar, es conocer los lugares que no son exclusivamente turísticos, o que en todo caso no se encuentran en los primeros puestos a la hora de qué hacer en una ciudad.

Cuando visité Londres por primera vez estuve una semana, y se nos había ocurrido sacar un city pass con travelcard, algo de lo que ya hablé alguna vez acá. El London Pass, como el resto de los pases, viene con una pequeña guía (bastante recomendable) sobre lo que se puede hacer, qué cosas nos incluye el pase, en qué tenemos descuento y demás. Aunque no estaba en las primeras páginas de la guía y tampoco nadie nos lo había recomendado, se nos ocurrió salir un poco del centro y aprovechar el día de primavera espléndido que nos había tocado (no todo es lluvia y gris en Londres, creo que muchos ya lo sabrán).

Desde St. James’s Park nos tomamos la línea District de subte hasta la estación Kew Gardens (aunque también se puede llegar fácilmente en los buses de línea), y llegamos a un barrio mucho más residencial. Hay algo increíblemente encantador en esas casas color ladrillo y fachadas impecables que se destacan en este tipo de barrios.

El London Pass nos permitió entrar gratis al jardín, aunque el ticket está unas 15 libras, unos 280 pesos argentinos (hay descuentos para familias y la posibilidad, para los que lo frecuentan, de asociarse e ingresar gratis). La realidad es que sin el pase, posiblemente no se nos hubiese ocurrido visitar este lugar, pero que suerte que lo hicimos. Increíblemente, uno de los mejores días al aire libre de aquellas vacaciones lo pasé en una de las ciudades más famosas por sus lluvias y su mal clima.

The Royal Botanic Gardens, para hablar con propiedad, tiene 120 hectáreas de verde, flores, y construcciones, y una perfección tan inglesa que asusta. Tuvimos la suerte de visitarlo en mayo, primavera europea, en todo su esplendor. Es donde la reina festeja su cumpleaños, fue lo que nos comentaron poco después de entrar. Y no es sorpresa que elija un lugar así, tan cerca de la ciudad pero a la vez tan lejos, tan encantador.

Hay un tren que lleva a recorrer los distintos puntos de interés que, si tienen tiempo, está bueno para hacer caminando. Hay muchísimas cosas para ver: además de los distintos jardines, está el hermoso invernadero, el Observatorio, el Kew Palace y los Jardines de la Reina y hasta una bellísima Pagoda oculta entre un camino de árboles y verde. Además de un museo de arte botánico, el jardín cuenta con varios restaurantes y tiendas de café, que permiten tanto una comida con todas las letras como un snack disfrutando del sol y todas las hectáreas de verde. También hay bebederos por todos lados y la posibilidad de sentarse al aire libre.

Antes de irse tienen la opción de comprar recuerdos y productos propios de los jardines que, si bien el cambio los hace un poco costosos (como a la mayor parte de las cosas en el Reino Unido), son muy interesantes para perder un rato adentro de la tienda, estudiando todas las cosas que producen ahí.

Si les gustan las atracciones más tranquilas y distintas, recomiendo este rincón oculto de Londres que, como toda la ciudad, es otra muestra impoluta de la cultura británica.

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