Un día en Brujas

Brujas - PH: Daniela Coccorullo
Brujas - PH: Daniela Coccorullo

No estaba en mis planes pasar por Bélgica, ni mucho menos por la ciudad de Brujas. En el trayecto de Londres a París, terminamos haciendo una escala de un día en esta ciudad, conocida como la Venecia del norte. No sabía mucho de ella, tampoco había leído nada. Lo único que tenía muy en claro es que, de acuerdo a la gente que conocía, estaba en uno de los países con mejor cerveza del mundo. No era un dato erróneo. Para nada.

A 90 kilómetros de la capital de Bélgica, Bruselas, puedo decir que vale la pena hacer una pequeña escapada a este lugar. La ciudad es extremadamente pintoresca, casi parece sacada de un cuentito. Lo primero que me llamó la atención cuando llegamos al centro de la ciudad, fueron los carros con caballos que van por la calle, a la par con los colectivos y los autos como si fuera lo más normal del mundo.

En el centro está esa mezcla de construcciones increíbles y bares donde la gente toma cerveza a toda hora. No fue problema haber llegado antes del mediodía para poder tomarnos una stout en el centro, que demás está decir que estaba increíble. La pinta sale más o menos 3 euros, que realmente valen la pena. Resulta casi barato teniendo en cuenta que veníamos de unos días en Londres, donde las pintas no bajan de 3 libras (con mucha suerte y sin pretensiones). Personalmente recomiendo De Halve Maan Brewery, ubicada en el centro de la ciudad, donde tienen una cerveza buenísima y la comida también es de muy buena calidad.

Saliendo del tema cervecero, podemos mencionar el famoso chocolate belga, que uno se ve obligado a probar cuando pasa por las vidrieras de locales pequeños y escondidos que ofrecen sus productos. En mi árdua búsqueda para encontrar un pin como recuerdo de mi visita, terminé comprando más chocolate del que pensaba en lugares cuyos nombres ni siquiera podía pronunciar. Cosas que pasan. Y sin arrepentimientos.

Demás está decir que, además del plano gastronómico, el paisaje es increíble. Basta salir un poco de ese punto céntrico de la ciudad para entender por qué la llaman la Venecia del norte. Los canales haciendo juego con las construcciones que parecen castillos de historias para chicos, los botecitos perdiéndose entre el verde y los ladrillos y esos puentes de formas diversas que cruzan las aguas.

Los tours históricos valen mucho la pena. Hay algunos que son gratuitos y que nos permiten ver y conocer todas esas construcciones, incluso los campos de batalla, aunque hay otras opciones. Desde los recorridos a pie o en bicicleta hasta los que son en barcos por los canales, las posibilidades son muchas y la ciudad tiene un encanto especial. Fue una pena poder quedarnos sólo un día, ya que realmente hay más para hacer de lo que parece.

Solo queda una cosa por decir: Visitez Bruges!  

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