Florencia: dos días para redescubrir la Ciudad del Arte

Vista de la ciudad desde los Jardines de Boboli - PH: Daniela Coccorullo
Vista de la ciudad desde los Jardines de Boboli - PH: Daniela Coccorullo

Ya conté acá, creo que más de una vez, sobre por qué estoy en contra de los tours maratónicos para conocer zonas que merecerían tres o cuatro meses, en quince días. Hay algo de esa vorágine, de las bajadas y subidas programadas, de los horarios fijos y las paradas fotográficas, que hace que a veces miremos sin ver, omitamos detalles, pasemos de largo ante cosas que merecen su tiempo y apreciación.

Había ido a Florencia tan sólo unas horas, casi de paso, en medio de uno de estos tours, y realmente me perdí de todo. No me canso de decir que en un día es muy difícil conocer un lugar, por más chico que sea, y en algunos el paneo general no es suficiente. La segunda vez que llegué a Santa Maria Novella venía con otra idea. Tenía dos días y medio para disfrutar de esta ciudad, sin planes ni agenda, y los iba a aprovechar.

Llegamos a la estación desde Roma, en micro, con valijas y abrigo, y tuvimos que buscar el colectivo que nos llevaba hasta el hotel. Dimos un par de vueltas afuera de la estación hasta que alcanzamos la parada, que está sobre una de las calles a la derecha. Los dos euros que sale se los pagamos directamente al colectivero, que nos dejó a pocos metros de nuestro hotel.

Paramos en Florence Old Bridge B&B, una especie de apartamentos que dependen de un hotel, pero en los que tenés total independencia. Además de la modernidad y comodidad de las habitaciones, el mejor plus era su ubicación: a metros del Ponte Vecchio, uno de los íconos de la ciudad.

Salimos a recorrer los alrededores y fue como ver otra ciudad: sin apuros, sin itinerarios armados… Simplemente ese placer de estar en un lugar tan lindo como Florencia y poder conocerla perdiéndose en sus calles.

El Duomo es, en mi opinión, uno de los más lindos que vi. El detalle en la estructura, sus colores, sus formas, todo parece perfectamente pensado para encastrar con una ciudad llena de arte, tonalidades y delicadeza como es Florencia. Para subir al Duomo hay que tener entradas con horario, algo que dejamos pasar, pero las mismas pueden sacarse por internet. Si quieren vistas de la ciudad, vayan a Piazzale Michelangelo, donde no necesitan entradas y pueden disfrutar de las mejores fotografías del lugar. Eso hicimos nosotros, y nos llevamos unas vistas increíbles.

Esa noche cenamos en un restaurante pequeño (La Fettunta, súper recomendado) que nos salió muy barato y volvimos al hotel, ya que al otro día teníamos planes temprano. Después de tomar unos mates en la habitación, salimos camino a los Jardines de Boboli, pasando el Palacio Pitti, que nos quedaban a unas pocas cuadras. Acá también las vistas son hermosas y hay rincones escondidos que parecen de una película. En invierno, el frío congela las aguas, la nieve cubre todo con una fina capa blanca, y el panorama es sumamente especial. Aunque creo que podría estar mejor cuidado, es un rincón muy especial de esta ciudad, con acceso a algunos museos como el de Plata y el de Vestuario que vienen incluídos con la entrada (7 euros para adultos, 3.50 para jóvenes de 18 a 25 y menores de 17 entran gratis). Las vistas de la ciudad también son otras de las más lindas de Florencia.

Lejos de lugares turísticos, disfrutamos también de sentarnos a tomar un café en un bar frecuentado por locales, o tomar un helado en el hermoso Ponte Vecchio, que está siempre vivo y lleno de gente a todo momento. Cruzando el puente y después de pasar un local de H&M (puede que hayamos aprovechado las ofertas de temporada, sí), seguimos hasta el Mercato del Porcellino, donde venden muchísimas artesanías regionales en cuero y algunas chucherías. El nombre de este lugar se debe a la famosa estatua del puerco dentro de él. Dicen que hay que frotarle la naríz y tirar una moneda: si la misma cae dentro de la reja debajo de la estatua, quiere decir que volvés a Florencia (qué querés que te diga, a mí me funcionó). Para almorzar, cruzamos la Piazza Della Repubblica, con sus restaurantes y sus artistas callejeros, y seguimos hasta el gran Mercato Centrale. Este lugar merece un post aparte porque es increíble: productos regionales para comprar, buena comida de todos los tipos para comer y un amplio patio de comidas donde disfrutarla.

Esa tarde recorrimos un poco más el centro y por la noche cenamos en el Hard Rock Café, ubicado a una cuarda de la Piazza della Repubblica. Como todos los locales de la cadena, los precios son siempre los mismos (algo caros), pero el ambiente siempre lo compensa. Tuvimos una breve espera, pero el lugar nunca decepciona.

Incluso sin ser fanáticos del arte (las realidad es que no hicimos nada directamente relacionado con ello), Florencia es un lugar hermoso para visitar. En ese punto intermedio entre gran ciudad y pueblo tranquilo, es ideal para caminar, para conocer y para disfrutar de esa belleza tan única e histórica que tiene la Toscana.

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